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  • 22 NOV 2025, Actualizado 12:55

“Las formas del alma”: la exposición de Uriel Santana que resignifica la verdad del cuerpo y la mirada

Una muestra que recorre México y que revela, sin disfraces ni artificios, la vulnerabilidad como acto de poder

Las formas del alma exposición

Las formas del alma exposición / Curiosity Media Group

La exposición “Las formas del alma” es un proyecto fotográfico de Uriel Santana en conjunto con la productora Ana Celia Urquidi que busca retratar la esencia humana al despojar a las personas de todo artificio. Presentada en Live Aqua San Miguel de Allende, la muestra reunió retratos íntimos y honestos, muchos de ellos de figuras ampliamente reconocidas, que capturan la vulnerabilidad como forma de autenticidad y poder. La exhibición recorrerá México en formato itinerante y culminará en un libro de arte.

Las formas del alma exposición / Curiosity Media Group

Un fotógrafo que persigue lo invisible

La noche en Live Aqua San Miguel de Allende no necesitó preámbulos. Las paredes respiraban un rumor suave, como si cada cuadro palpitara. Allí, entre luces moradas y sabores, Uriel Santana presentó “Las formas del alma”, una travesía visual que busca aquello que no se posa, no se posa para la foto, sino para la vida: la verdad que queda cuando se cae la pose.

En esta muestra, una mezcla de retratos, cuerpos, gestos y silencios, los visitantes descubren algo poco habitual: imágenes sin prisa, sin una intención de presumir belleza, sino de explorarla desde su origen más crudo. La piel deja de ser superficie; la mirada se convierte en lenguaje. La vulnerabilidad, en lugar de fragilidad, se transforma en un espacio de poder.

“No fotografío cuerpos. Fotografía tras fotografía, busco el alma que se atreve a mostrarse”, expresó Santana al inaugurar la exposición en el bello recinto.

Las formas del alma exposición / Curiosity Media Group

Un proyecto que nació en secreto y creció como una confesión compartida

Lo que hoy parece una exposición monumental empezó como una inquietud íntima. “Hace ocho años comencé a sentir la necesidad de retratar a personas famosas sin todas las capas con las que solemos protegernos”, recuerda Santana. Sin filtros, sin producciones estridentes, sin narrativas prestadas.

A su lado, y con un brillo de complicidad en los ojos, Ana Celia confirma que la obra es fruto de un viaje colectivo:“Somos cinco los que hemos caminado este sueño: Javier Barrera, Jean Cárdenas, Fernanda Familiar, Uriel y yo. Y quiero nombrar a Hugo Serna, porque sin él no habríamos llegado aquí”.

Urquidi, productora de televisión y cine, siempre acostumbrada al detrás de cámaras, confiesa que este proyecto la llevó a un territorio inesperado: “Me siento halagada. Esto está fuera de mi contexto profesional, pero profundamente conectado con alguien a quien admiro: Uriel. Aquí estamos todos, construyendo algo que durará más allá de nosotros”.

El cuerpo como mapa y la mirada como frontera

Las fotografías muestran a personas conocidas, como por ejemplo: Daniela Romo, Bárbara Mori, Erika Buenfil, Mariana Seoane, Grettel Valdez, Andrés Palacios, Sebastián Ruli, Christian Chávez, entre otros, pero no como las conoce el público. Aquí no hay peinados perfectos, vestuarios curados ni encuadres destinados al aplauso. Solo rostros, torsos, piel. De pronto, quienes suelen vivir rodeados de vigilancia mediática aparecen libres, sin personajes que defender.

Le pregunto a Santana cómo se descubre el alma en una sesión así, tan expuesta.

“Quitas lo que tapa: la ropa, la pose, la idea de lo que uno cree ser. Más allá de la piel está la mirada, y ahí no hay falla. Cada persona se proyecta porque no tiene nada más que dar que a sí misma, todo eso en la mirada”.

La esencia, dice, no se puede ensayar.

Uriel Santana y Ana Celia Urquidi / Curiosity Media Group

La evolución de un oficio que empezó en la infancia

Al hablar de su crecimiento artístico, Santana sonríe como quien regresa al origen.

“Ha sido un proceso natural. La disciplina hace lo suyo. Me levanto todos los días con ganas de retratar. Esto no es forzado: es mi pasión desde niño”.

Y en esta exposición, esa disciplina dialoga con algo más profundo: una manera de mirar el mundo desde un sentido matriarcal.

“Crecí rodeado de mujeres poderosas: mi madre, mis hermanas. No hicieron caso a las reglas de antes. Cuando veo a una mujer, veo un símbolo divino: poder, amor, ternura. Eso me ha permitido ver más allá del cuerpo y capturar la esencia”.

Vulnerabilidad: la palabra que cambia de forma

La conversación deriva hacia una pregunta esencial: ¿qué significa la vulnerabilidad en una sociedad que exige dureza y sobreexposición?

Ana Celia toma aire y responde desde la memoria: “En mi época se decía ‘¿se encuera o no se encuera?’ Era una frase durísima, sobre todo hacia una mujer. Hoy hemos avanzado, pero la vulnerabilidad sigue ahí. Incluso si ves a una mujer tranquila, imagina hacerlo frente a treinta personas. Atreverse es un acto enorme”.

Sin embargo, para Urquidi la vulnerabilidad cambia cuando existe un propósito:“Cuando la intención es retratar el alma, no hay morbo. Hay libertad. Lo que aparece en estas imágenes no es debilidad, sino un gesto de confianza”.

Santana coincide: “Lo vulnerable te vuelve poderoso. Cuando te muestras como eres, la gente ya no tiene más qué decir de ti. Es un acto de valentía”.

Uriel Santana, Ana Celia Urquidi y Pepillo Origel / Curiosity Media Group

Lo que quieren que la gente se lleve

En una exposición donde la desnudez deja de ser un espectáculo para convertirse en lenguaje, surge la pregunta inevitable: ¿qué mensaje quieren que el público se lleve?

Urquidi responde con suavidad, casi como un susurro:“No buscamos que alguien se quite la ropa. Buscamos que alguien se sienta cómodo en su piel. Yo también tengo una cesárea, tengo estrías. Esa es la geografía del cuerpo. Y eso también es belleza”.

Santana añade con firmeza: “Soy fan de las cicatrices. Son tu historia. Si esta exposición logra que alguien se vea con más amor, entonces cumplimos el propósito”.

Un viaje que apenas comienza

“Las formas del alma” recorrerá México en formato itinerante. Después de San Miguel de Allende, la muestra viajará a distintos lugares. El proyecto cerrará con un libro de arte que funcionará como testimonio visual y emocional de esta búsqueda por lo auténtico.

Quizá eso explica la emoción de quienes estuvieron en la inauguración. No se trataba solo de celebrar una exposición, sino de asistir al nacimiento de un archivo íntimo: un espejo para mirar lo que somos cuando nadie nos observa.

Y, al final, eso es lo que sostiene la obra de Santana: un acto radical de honestidad, un recordatorio de que la vulnerabilidad también es una forma de libertad, y que el alma, cuando se atreve a aparecer, nunca se olvida.

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