Científicos analizan ADN del ajolote para su preservación
Con el objetivo de preservar a esta especie endémica, científicos estudian su código genético

En Xochimilco, era muy común ver a los ajolotes, la emblemática salamandra endémica, parecida a un pequeño dragón, nadar en los canales en grandes números, dada su vasta población. Hoy, esta especie está al borde de la extinción en su hábitat natural.

Rastreo Genético en Aguas: La Nueva Táctica Científica
Ante la dramática disminución de la población, científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han adoptado una estrategia innovadora para monitorear al Ambystoma mexicanum, o ajolote para los amigos. Han dejado a un lado las redes vacías y ahora filtran el agua de Xochimilco en busca de ADN ambiental (ADNe), las partículas genéticas que los seres vivos liberan constantemente.
El biólogo Luis Zambrano, del laboratorio de restauración ecológica de la UNAM, explicó el fundamento de la técnica: “Todos arrojamos ADNe a lo largo de nuestro camino por el mundo y eso se puede capturar filtrando el aire o el agua”.

Esta técnica consiste en comparar el ADN recolectado del agua con una biblioteca genética existente, un proceso en el que colabora Esther Quintero de Conservación Internacional en México. El muestreo en 53 puntos ,refugios de agua limpia y canales abiertos, reveló la presencia de ADNe de ajolote en todas las áreas protegidas y en un único sitio desprotegido.
Aunque el hallazgo fuera de los refugios es “muy poco”, según Zambrano, sugiere una pequeña “posibilidad de resiliencia” a pesar de la continua degradación de los canales. Este esfuerzo de rastreo de ADNe, que solo ha cubierto un tercio de Xochimilco hasta ahora, busca generar un censo actualizado que, si bien la tendencia histórica es desalentadora (de 6,000 ejemplares por kilómetro cuadrado en 1998 a solo 36 en 2014), es crucial para entender su situación actual.
Éxito en Reintroducción y Aprendizajes Cruciales de Adaptación
En paralelo al rastreo de ADN, otro grupo de investigadores, liderado por Alejandra Ramos de la Universidad Autónoma de Baja California, realizó un experimento clave para la conservación: liberó 18 ajolotes criados en cautiverio en dos entornos diferentes: los canales de Xochimilco y el humedal artificial de La Cantera Oriente.
Durante 40 días de monitoreo, todos los ejemplares sobrevivieron. Tres de ellos, incluso, fueron recapturados con un notorio aumento de peso, lo que demuestra su capacidad para alimentarse y adaptarse por sí mismos en condiciones semicontroladas. Ramos señaló que este aumento de masa corporal es un indicador crucial de éxito.
El estudio también arrojó luz sobre su comportamiento, como interacciones sociales preferenciales y patrones de desplazamiento: los ajolotes adultos se movían menos, sugiriendo una mayor eficiencia al seleccionar territorios ricos en recursos, a diferencia de los jóvenes que exploraban mayores distancias.
Sin embargo, se identificaron amenazas directas, como los ataques de garzas blancas. Este factor ha llevado a los investigadores a proponer un “entrenamiento para el reconocimiento de depredadores” antes de futuras liberaciones, para aumentar las posibilidades de supervivencia.

Prioridad en la Restauración del Hábitat
Históricamente, el ajolote habitó todo el Valle de México, pero la expansión urbana y la contaminación lo han relegado exclusivamente a los canales fragmentados de Xochimilco. La UICN estima que quedan entre 50 y 1,000 individuos en estado silvestre.
Los expertos coinciden en que la conservación debe centrarse en la rehabilitación del ecosistema original. Zambrano enfatiza que la protección del ajolote no solo es ecológica, sino cultural: su nombre deriva del dios mexica Xólotl, por lo que su pérdida significaría “perder parte de nuestra identidad mexicana”.
Zambrano lo resume con una metáfora clara: “No se trata de trasladar a los osos polares a nuestros refrigeradores, sino de conservar el Polo Norte. Tenemos que preservar Xochimilco para conservar al ajolote”.
Los científicos señalan que la conservación funciona, pues sus esfuerzos ya están mejorando la calidad del agua y beneficiando a polinizadores. No obstante, urgen a las autoridades a tomar medidas más contundentes, como prohibir negocios de esparcimiento en las tradicionales islas (chinampas) y, en cambio, incentivar y apoyar la producción agrícola tradicional para garantizar que los agricultores puedan ganarse la vida.
Los ajolotes son una especie sumamente fértil ,“se reproduce mucho y pone muchos huevos”, dice Zambrano, y de fácil recuperación, si se les garantizase un hábitat sano. El reto no es la biología de la criatura, sino el compromiso de la humanidad para con su entorno.




