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  • 19 OCT 2025, Actualizado 17:16

Drones y narco en México: cómo los cárteles utilizan tecnología para atacar a las autoridades

Los grupos criminales han aprendido a incorporar herramientas que antes eran exclusivas de uso militar y a las que no prestábamos atención. Tampoco dimos importancia a la evolución de nuevas tácticas de ataque, inéditas formas de violencia.

Night drone bomber called "Baba Yaga"

Night drone bomber called "Baba Yaga" / Anton Petrus

Lluvia de metralla sobre Tijuana – saldo blanco – ataque inédito – posible acto de terrorismo

La madrugada del 16 de octubre el cielo de Tijuana se llenó de un zumbido distinto. Drones cargados con explosivos caseros sobrevolaron la sede de la Fiscalía General del Estado y abrieron fuego en contra del recinto, en lo que las autoridades investigan como un posible acto de terrorismo. No hubo víctimas, pero el ataque dejó daños materiales y una advertencia. La violencia en Baja California ha entrado en una nueva fase.

Los artefactos fueron manipulados a distancia y diseñados a partir de fragmentos metálicos, balines y canicas. Mostraron un nivel de planeación inusual para el crimen organizado. La fiscal María Elena Andrade Ramírez confirmaría mas tarde que se trató de una modalidad inédita de agresión contra las instituciones, puede que vinculada con recientes operativos y capturas de líderes criminales.

Sobrevuelo – en la sierra de Michoacán – Guerrero y Guanajuato – antesala – de balines, clavos y canicas

El narco en México ya no dispara solo en tierra, ahora sobrevuela. Observa y calcula. El ataque con drones explosivos en Tijuana no es un hecho aislado ni un exceso tecnológico, va más allá, es una señal de época. Los grupos criminales han aprendido a incorporar herramientas que antes eran exclusivas de uso militar y a las que no prestábamos atención. Tampoco dimos importancia a la evolución de nuevas tácticas de ataque, inéditas formas de violencia.

Desde hace años se hablaba de pruebas dispersas en Michoacán, Guerrero y Guanajuato, pero aquellas historias no eran confirmadas, grabaciones difusas, rumores que la inteligencia del Estado no se encargó ni de desmentir ni de desmantelar. Organismos periodísticos como El País documentan que el uso de drones con explosivos se ha extendido en regiones como Michoacán, Tamaulipas y Chihuahua, donde se han registrado detonaciones de minas antipersona y ataques desde drones a fuerzas armadas.

En 2018 en Baja California, se registraron intentos de ataque con drones cargados de explosivos dirigidos a una residencia oficial. Aunque los artefactos no detonaron, este incidente marcó uno de los primeros intentos documentados de uso de drones con fines ofensivos por parte del crimen organizado en México, según información de medios como Expansión.

En 2021 el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) utilizó drones para lanzar artefactos explosivos en Michoacán, específicamente en el municipio de Aguililla. Este ataque resultó en la lesión de dos policías estatales y evidenció la capacidad del CJNG para emplear tecnología avanzada en sus operaciones.

En 2025 los drones llegaron a Tijuana con mecanismos de metralla casera, balines, clavos, canicas y pólvora. Lo que antes acontecía en la sierra, hoy aparece en las ciudades. El ataque tiene más de simbólico que de improvisado. Más de planificación y estrategia que de efectividad y consecuencia.  

Michoacán / Chicago Tribune

Sofisticación – prueba y error – combate al adversario – la guerra y el cambio de eje

Lo inquietante no es el aparato sino el cambio de mentalidad que el ataque revela, la sofisticación de la violencia criminal. El crimen organizado deja atrás la brutalidad para entrar en una etapa técnica, experimental pero estratégica. Ensayo constante de mecanismos para la ofensiva. Algo parecido a un laboratorio, prueba y error, el impulso que los mueve. La diferencia es que aquí el resultado no es innovación sino forma de control territorial.

Los drones criminales no solo sirven para atacar, sino para vigilar a las fuerzas de seguridad, para rastrear convoyes, para cuidar cargamentos y detectar emboscadas. Son los ojos del narco en una guerra que ya no confronta directamente al enemigo. La pregunta que nadie responde es cómo se combate a un adversario que no se ve, que ni siquiera está en el lugar del crimen cuando ocurre.

En México la violencia siempre ha ido un paso adelante de las leyes. Los drones cargados de explosivos representan más que un acto de terror, son un recordatorio de que el crimen organizado se adapta más rápido que las instituciones, que sabe aprovechar cada vacío legal, cada herramienta civil, cada fragmento de tecnología barata que pueda convertir en arma.

El ataque a la Fiscalía de Tijuana expone esa brecha con brutal claridad. No hubo muertos, pero algo se confirmó: cualquier edificio del Estado puede ser vulnerado desde el aire con un aparato que se compra en línea. El sonido de un dron sobrevolando una ciudad mexicana no es propiamente el sonido de la modernidad, cabe la posibilidad de la amenaza. La guerra cambió su eje.

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