El movimiento de la cola en perros no siempre indica felicidad revelan estudios
Investigaciones sugieren que el meneo de la cola en los perros tiene múltiples significados y puede reflejar emociones complejas
Durante años, el movimiento de la cola de los perros ha sido interpretado como un signo inequívoco de felicidad o emoción, pero investigaciones recientes sugieren que este comportamiento es mucho más complejo.
Un artículo de revisión que analizó más de 100 estudios sobre el movimiento de las colas en los perros revela que no siempre debemos asociar el meneo de la cola con una emoción positiva, y que esta parte de su anatomía cumple múltiples funciones en la comunicación canina.
Un lenguaje corporal más sofisticado de lo que pensamos
Investigaciones han demostrado que el movimiento de la cola en los perros varía según las situaciones que enfrentan. Un movimiento hacia la derecha puede indicar que el animal percibe algo positivo y desea acercarse, mientras que un movimiento hacia la izquierda puede denotar una situación de incomodidad o ansiedad.
Notas relacionadas:
Además, estudios que observaron las reacciones de otros perros ante estos movimientos sugieren que los caninos son capaces de interpretar estas señales de manera compleja.
Otro estudio se enfocó en la relación entre el movimiento de la cola y los niveles de cortisol, la hormona del estrés, en perros de albergue. A pesar de que el movimiento de la cola era similar cuando los perros eran acariciados, los niveles de cortisol variaban significativamente según la historia del animal.
Los perros con experiencias previas de convivencia con humanos mantenían altos niveles de estrés, mientras que los que nunca habían tenido dueño mostraban una notable reducción en esta hormona al ser acariciados.
Hipótesis sobre la evolución del movimiento de la cola
Existen dos teorías principales sobre por qué los perros han desarrollado un movimiento de cola tan particular. Una sugiere que los humanos, durante el proceso de domesticación, seleccionaron de manera consciente a los perros que movían más la cola, ya que esta característica podría haber sido percibida como una señal de docilidad.
La segunda hipótesis plantea que el aumento en el movimiento de la cola fue una consecuencia no intencionada de la selección de perros más fáciles de entrenar o más dóciles, sin que el movimiento fuera un rasgo buscado deliberadamente
Estas investigaciones subrayan que, a pesar de la cercanía entre humanos y perros, aún queda mucho por descubrir sobre su comportamiento y formas de comunicación.