Muere el icono del café Leopold Hawelka
Desde la apertura de su cafetería en 1938, Hawelka atendió a toda clase de personas entre artistas, miembros de la realeza y refugiados
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Austria.- Andy Warhol pasó alguna vez por una taza de su café, igual que las princesas, los pobres, los dramaturgos, los poetas y miles de clientes anónimos cuya visita a Viena era inimaginable sin una taza caliente servida por ese pequeño hombre con una sonrisa eterna
En esta ciudad con más de 1.900 cafeterías, Leopold Hawelka era un icono, casi tanto como el Café Hawelka y sus mesas, marcadas por cigarros, con sus tapas desgastadas por los codos de cuatro generaciones. Le servía a los turistas, a los ricos, a los famosos y a los más necesitados: las masas de vieneses empobrecidos que atiborraban su establecimiento para escapar del frío de la ciudad bombardeada tras la Segunda Guerra Mundial
La hija de Hawelka, Herta, dijo que murió mientras dormía y "sin dolor", el jueves a los 100 años, dejando un legado tan íntimamente ligado a la ciudad como sus palacios o sus colecciones de arte impresionantes
El Café Hawelka nunca fue lujoso. Mientras que las reconstrucciones costosas hacen que otros cafés pierdan su encanto, el Hawelka se volvía cada vez más bonito con cada capa de pátina que se le puso durante más de 70 años de existencia humilde en los que tuvo pocos cambios desde los días de la posguerra
Las charolitas plateadas en las que temblaban las tazas de café servidas por meseros vestidos de blanco y negro, e incluso los ceniceros sobrevivieron al paso del tiempo. Aunque el personal terminó por retirar los ceniceros en los últimos años y no por las leyes contra el humo de Viena sino por orden de Hawelka, que se mantenía vigilante desde su sillón en la parte trasera del café
A pesar de que sus visitas eran cada vez más raras, cuando se acercaba a los 100 años, Hawelka se aseguraba de dejar en claro quién estaba al mando. "Sigue siendo nuestro director general", dijo su nieto Michael Hawelka este año. "Cuando está aquí es el jefe"
La ministra de cultura austriaca Claudia Schmied lo describió el jueves como "una leyenda de la cultura del café"
Hijo de un zapatero, Hawelka abrió la cafetería en 1938, pero tuvo que cerrarla un año después cuando lo reclutó el ejército de Hitler. Sobrevivió al letal frente soviético y reabrió el negocio en 1945, para recibir a una clientela hambrienta y fría.