Los riesgos de viajar muchas horas sentado
El Doctor Manuel Marquina nos explicará qué tan probable es que se formen coágulos en la sangre después de un viaje largo
Ciudad de México
Manuel Marquinaz, angiólogo, Cirujano Vascular y Endovascular, certificado por el Consejo Mexicano de Angiología y Cirugía Vascular.
Julio Luis García, director General de Media Marketing Knowledge Group.
Los coágulos de sangre, también llamados trombosis venosa profunda (TVP), pueden ser un riesgo grave para algunas de las personas que hacen viajes de larga distancia, y existen más casos e información relacionados a viajes específicamente en avión. Sin embargo, todas las personas que viajan por más de cuatro horas, ya sea en avión, automóvil, bus o tren, pueden correr el riesgo de que se les formen coágulos de sangre.
Los coágulos de sangre se pueden formar, durante un viaje, en las venas profundas de las piernas (las que están debajo de la superficie y no se pueden ver a través de la piel) porque uno se queda sentado durante períodos prolongados y en un espacio reducido. Mientras más tiempo esté sin moverse, mayor es el riesgo de que se produzca un coágulo de sangre. En muchos casos, los coágulos de sangre se disuelven solos pero también se puede producir un problema de salud grave cuando una parte del coágulo se desprende, se va a los pulmones y crea un bloqueo, a esto se llama embolia pulmonar y puede ser mortal. Lo positivo es que hay muchas medidas que puede tomar para proteger su salud y reducir el riesgo de que se formen coágulos de sangre durante un viaje largo.
¿CÓMO SABER SI ESTOY EN RIESGO?
Si se hace un viaje largo, el riesgo de que se forme un coágulo de sangre es, por lo general, muy reducido. El nivel de riesgo depende de la duración del viaje y de otros riesgos de coágulo de sangre que puedas tener previamente, por ejemplo:
Mayor edad: El riesgo aumenta después de los 40 años.
Obesidad: Índice de masa corporal mayor a 30kg / m2.
Cirugía o lesión reciente: Dentro de los 3 meses anteriores.
Anticonceptivos con estrógeno: Por ejemplo, píldoras, anillos o parches anticonceptivos.
Terapia de reemplazo hormonal: Tratamiento médico con hormonas para reducir los efectos de la menopausia.
Embarazo y periodo posparto: Hasta 6 semanas después del parto.
Coágulo de sangre previo o antecedentes familiares de coágulos de sangre.
Cáncer activo o tratamiento reciente contra el cáncer.
Movilidad limitada: por ejemplo, tener una pierna enyesada.
Catéter en una vena grande.
Várices.
SÍNTOMAS
Aproximadamente la mitad de las personas con trombosis venosa profunda no tiene ningún síntoma. Los siguientes son los síntomas de trombosis venosa profunda más comunes que se presentan en la parte del cuerpo afectada (generalmente la pierna o el brazo):
Hinchazón de la pierna o el brazo
Dolor o sensibilidad sin razón aparente
Sentir la piel caliente al tacto
Enrojecimiento de la piel
CASOS DE EMBOLIA PULMONAR
Se puede tener embolia pulmonar sin ninguno de los síntomas de la trombosis venosa profunda. Los síntomas de la embolia pulmonar pueden incluir:
Dificultad para respirar
Latidos del corazón más rápidos de lo normal o irregulares
Dolor o molestias en el pecho que generalmente empeoran al respirar profundo o toser
Ansiedad
Tos con sangre
Mareos o desmayos
DIAGNÓSTICO
Existen otras afecciones que se presentan con signos y síntomas similares a los de la trombosis venosa profunda (TPV) y la embolia pulmonar (EP). Por ejemplo, las lesiones musculares, la celulitis (infección bacteriana de la piel) y la inflamación (hinchazón) de las venas que están justo debajo de la piel. Es importante saber que los ataques cardíacos y la neumonía pueden tener signos y síntomas similares a los de la EP. Por esto, para diagnosticar estas dos afecciones se necesitan pruebas especiales que puedan localizar coágulos en las venas o en los pulmones (exploraciones por imágenes).
Para Trombosis venosa profunda: Ecografía dúplex, prueba de dímero D, flebografía con medio de contraste, resonancia magnética (MRI), y la tomografía computarizada (TC).
Para Embolia pulmonar: Angiografía pulmonar por tomografía computarizada (APTC), gammagrafía de ventilación y perfusión, angiografía pulmonar y resonancia magnética (MRI).
TRATAMIENTO
Anticoagulantes: También llamados “adelgazantes o diluyentes de la sangre”, reducen la capacidad de coagulación de la sangre para evitar que el coágulo se agrande mientras el cuerpo lo reabsorbe lentamente, y para reducir el riesgo de que se formen más coágulos.
Los anticoagulantes inyectables que se usan con mayor frecuencia son: Heparina no fraccionada (inyectada en una vena), heparina de bajo peso molecular (inyectada bajo la piel), y fondaparinux (inyectada bajo la piel).Todos los anticoagulantes pueden causar hemorragias, por lo que se debe mantener una vigilancia cuidadosa de las personas que los toman para evitar que sangren de manera inusual.
Es posible que en casos excepcionales sea necesario realizar un procedimiento quirúrgico para extraer el coágulo.
¿CÓMO REDUCIR EL RIESGO?
Si previamente se tiene un coágulo o si un familiar tiene antecedentes de coágulos de sangre o un trastorno de la coagulación hereditario, es importante compartirlo con el médico.
Mover las piernas con frecuencia en viajes largos y hacer ejercicios con las pantorrillas para mejorar el flujo de sangre; Estirar las piernas al frente y flexionar los tobillos moviendo las puntas de los pies hacia el cuerpo; Algunas aerolíneas sugieren flexionar las rodillas hacia el pecho y sostenerlas con las manos sobre la parte inferior de las piernas por 15 segundos, y repetir este ejercicio hasta 10 veces para mejorar el flujo de sangre hacia las piernas.
Algunas personas podrían beneficiarse al usar medias de compresión graduada.
Si ya se toman anticoagulantes, seguir las recomendaciones del médico sobre los medicamentos.