Uruapan ya había sido advertida: los 5 momentos en que Carlos Manzo habló de su muerte
Durante meses señaló amenazas, presencia criminal y vulnerabilidad institucional. Nadie intervino.

Carlos Manzo con chaleco antibalas
Carlos Manzo no hablaba en abstracto cuando mencionaba amenazas. Desde el inicio de su administración en Uruapan, Michoacán, dejó constancia, documentada y reiterada, de que enfrentaba a organizaciones criminales que no toleraban límites ni fiscalización. Su asesinato no ocurrió en silencio, estuvo precedido de avisos explícitos.
A continuación, cinco momentos, recogidos en distintos medios de comunicación de alcance nacional, que muestran cómo el alcalde advirtió el riesgo que corría:
1. El primer día en el cargo: la llamada
La mañana en que asumió la alcaldía, Carlos recibió una llamada, la amenaza fue directa. No era una advertencia general, sino un ultimátum, de que si no permitía actividades criminales en la zona, matarían a sus hijos. Este punto marcó el tono de su administración. No hubo negociación, pero tampoco protección suficiente por parte de los niveles estatales y federales. El conflicto estaba trazado desde el minuto uno.
2. Denuncia de campamentos criminales en zona serrana
Manzo reveló que en las montañas de Uruapan operaban campamentos de entrenamiento con armas largas, munición de alto calibre y presencia de células asociadas a cárteles. La denuncia tuvo eco mediático, pero fue recibida con desmentidos oficiales. La Secretaría de Seguridad Pública estatal negó la existencia de dichos campos. Entre lo que se veía en territorio y lo que se declaraba desde oficinas, hubo una distancia evidente. Manzo quedó expuesto en medio.

,Manzo en patrulla municipal. Vía N+
3. Orden de fuerza letal contra grupos armados
En uno de los momentos más polémicos de su gestión, instruyó a fuerzas municipales a responder con fuerza letal ante delincuentes armados que se resistieran. Lo dijo sin rodeos y sin eufemismos. También rechazó la narrativa de que la contención pacífica bastaba para enfrentar a organizaciones con fusiles automáticos y financiamiento sostenido. La declaración lo puso en una posición frontal, sin retorno, frente a los grupos que ya lo habían amenazado.
4. Advertencias y denuncias constantes en redes sociales
El alcalde utilizó sus cuentas personales para informar decomisos, advertir sobre zonas bajo presión criminal y exigir apoyo federal. Las publicaciones funcionan hoy como archivo de lo que antecedió su muerte. El registro público de la violencia, acompañado de nombre y ubicación, incrementó claramente el riesgo que él ya asumía.
5. El chaleco antibalas como rutina
En sus recorridos, Manzo aparecía con chaleco antibalas, acompañado de elementos armados. Reconocía abiertamente que estaba amenazado. No hablaba de peligro potencial, sino de peligro presente. Su presencia en territorio, más allá de la oficina y el discurso, daba cuenta de que se mantenía al frente aun cuando las condiciones no garantizaban retorno.
La muerte de Carlos Manzo no puede leerse como una sorpresa ni como un incidente aislado. Fue el desenlace de una confrontación anunciada y documentada. Las advertencias estaban ahí, pronunciadas en voz alta, con fechas, lugares y responsables señalados.

Carlos Manzo con chaleco antibalas




