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  • 30 OCT 2025, Actualizado 00:44

La arquitectura de I. M. Pei: Más allá de la forma, una conversación con la cultura

Una nueva exposición desvela las claves transculturales y la búsqueda de la Identidad china en la obra del maestro

La arquitectura de I. M. Pei: Más allá de la forma, una conversación con la cultura

Una nueva y reveladora exposición en la ciudad de Doha, Catar está arrojando luz sobre la compleja trayectoria del aclamado arquitecto sinoestadounidense, nacido en Cantón y criado en Hong Kong y Shanghái, I. M. Pei, demostrando que su trabajo fue mucho más que un ejercicio de geometría modernista. La muestra, que reúne material de archivo inédito, cartas y maquetas, se centra en la profunda influencia de sus cimientos transculturales y su persistente búsqueda de una expresión arquitectónica nacional y regional que superara la mera imitación de estilos.

¿De dónde viene la complejidad cultural de Pei?

El inicio de la exposición se titula acertadamente “Fundamentos Transculturales”, un término clave para entender la visión de Pei. Se destaca que el arquitecto creció en un crisol de influencias: la Shanghái semi-colonial, el Hong Kong bajo dominio británico y la introspectiva ciudad jardín de Suzhou. Este entorno único lo obligó a confrontar y fusionar visiones muy diferentes de la vida urbana y el diseño de ciudades.

Un ejemplo fascinante es el Park Hotel de Shanghái. A pesar de haber sido diseñado por el arquitecto húngaro László Hudec, lo que inspiró a un joven Pei a seguir la arquitectura fue que el proyecto fuera promovido y financiado por banqueros chinos. Este hecho, en un contexto de tensiones coloniales y restricciones sociales (como la notoria prohibición de acceso a ciertos parques para “perros y chinos”), puso en primer plano la pregunta que perseguiría a Pei toda su vida: ¿Qué significa ser un arquitecto chino en un mundo moderno? Su respuesta se materializaría en una convicción: la identidad cultural en la arquitectura no reside en la forma —como los techos chinos invertidos que aborrecía— sino en la espacialidad.

El jardín de Suzhou

La experiencia que forjó esta visión fue su infancia en el Jardín del Bosque del León en Suzhou, propiedad de su familia. Los diseños tradicionales de estos jardines se caracterizan por una disposición no axial y la ausencia de un recorrido predecible. El visitante se pierde, descubriendo nuevas vistas y ambientes a medida que avanza por pasajes, cuevas y caminos. Este jardín le enseñó a Pei que la identidad cultural se define a través del espacio, no a través de la forma o la decoración. Esta idea de fluidez y descubrimiento espacial se convierte en un identificador cultural que reaparecerá en proyectos chinos y globales por igual.

Pei aprendió a ver la cultura como una experiencia espacial y secuencial. Este concepto sería fundamental para sus diseños posteriores, permitiéndole integrar la tradición dentro de un marco de arquitectura moderna sin caer en el pastiche.

¿Cómo concilió Pei la tradición y modernidad?

El arquitecto llevó esta tesis al mundo académico y profesional, incluso desafiando las ideas de su mentor en Harvard, Walter Gropius.

El pabellón de múltiples usos (MIT, 1940): En respuesta a la invasión japonesa de China, Pei diseñó un pabellón de bambú, un material de bajo coste y fácil cosecha. Estaba destinado a servir como centro comunitario para las poblaciones dispersas tras los bombardeos. El proyecto iba más allá de lo funcional, llevando inscripciones en chino que clamaban por la fortaleza del pueblo y la nación.

El ¿museo de arte chino (Harvard, 1946): Su tesis más influyente fue el diseño de un museo para Shanghái. A simple vista, era una “caja de zapatos” modernista, pero Pei insertó jardines interiores de estilo chino. Esto permitía que las obras de arte chinas (pinturas de paisajes, bronces) fueran vistas en diálogo con un paisaje natural, algo que Walter Gropius consideró un gran avance: la cultura y la tradición se integraban en la arquitectura moderna sin emulación cultural. Esta idea seminal es la base de su trabajo posterior en el museo Miho o el museo de arte Islámico de Doha.

Pei no estaba siguiendo una moda, sino una convicción personal que plasmó en una carta clave de 1940: “Estoy buscando una expresión nacional y regional en la arquitectura.” Esto ocurría décadas antes de que se popularizara la discusión sobre el “regionalismo crítico”. Su objetivo era que el modernismo internacional no era suficiente para abordar las múltiples formas de vivir y el contexto local. El legado de I. M. Pei, en definitiva, es una magistral demostración de cómo el modernismo riguroso puede convertirse en un vehículo para la identidad cultural profunda cuando se prioriza la experiencia espacial sobre la mera forma.

Lo que aprendimos en el recorrido

La arquitectura de I. M. Pei, desde el diseño de viviendas a gran escala en Kips Bay Plaza hasta proyectos icónicos como la Pirámide del Louvre o el Banco de China, se basa en tres pilares que benefician la experiencia del usuario:

  • Enfoque en el terreno y el ditio (Siting): Priorizó la relación de la construcción con su entorno, influenciado por su experiencia inmobiliaria, que le enseñó que la ubicación lo es todo.
  • La arquitectura como un teatro de personas: Creía que los museos no eran templos, sino lugares democráticos donde la gente, sin importar su conocimiento artístico, podía convivir y disfrutar del espacio.
  • Innovación material constante: Fue un maestro tanto de la tecnología del hormigón (desafiando presupuestos para usar hormigón armado en vivienda social) como del vidrio y el acero (impulsando a fabricantes a crear el vidrio cristalino para el Louvre).

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