Tabla y Tinta: skate, tatuajes y algo de memoria en la Ciudad de México
Tabla y Tinta funciona como una especie de archivo visual en construcción. No hay un discurso cerrado, pero sí la intención de dejar un registro.

Skater1.1 Antonio Rodríguez
En la Ciudad de México el tema del skate ha dejado de ser subcultura marginal y convertido en artefacto fácil para embaucar a cualquiera. Hablar de patinadores ya no significa lo mismo que hace veinte o treinta años.
Spots repletos de cámaras, marcas de ropa, riders convertidos en influencers. Canchas remodeladas, competencias con patrocinadores, estética presuntuosa.
Pensar que hay algo más, acaso que valga la pena para voltearle a ver... Tabla y Tinta alza la mano como propuesta emergente que busca refrescar la narrativa del skate.

Skaters Antonio Rodríguez
Rodrigo García y Antonio Rodríguez, uno tatuador y el otro fotógrafo, son los responsables del proyecto. Dicen que su interés fundamental es “mirar”. Tampoco buscan resucitar una gloria que nunca fue. Viejos skaters ambos, en sus palabras, casi retirados. Lo suyo es registrar a quienes siguen en la práctica y conservan la subcultura en los márgenes que se alejan del foco.
Las personas comunes como material de archivo. Personas que se rehusan a dejar la patineta porque ya no entienden otra forma de vida.
Tabla y Tinta funciona como una especie de archivo visual en construcción. No hay un discurso cerrado, pero sí la intención de dejar un registro. Lo hacen a través de retratos cuidados, donde el tatuaje aparece como otro elemento más de expresión. No es central, pero ahí está. No buscan trazar una línea entre ambas prácticas, solo permiten que convivan.

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El proyecto evita caer en el lugar donde el skate es símbolo de rebeldía o libertad. No hay un intento por narrar épicas personales, bajar el truco. Lo que hay es observación. Una estética muy pensada, han puesto especial interés en la composición y los colores de las fotos registradas.
A veces hay trucos, a veces no. A Tabla y Tinta no le importa esto. Lo importante para ellos es lo que la imagen detona, una mirada hacia quien sigue ahí, y de paso, si les es posible, arañar el comienzo de una historia por contar. Ese es el gran reto de estos dos amigos, lograr contar algo dentro de un concepto poco explorado hasta ahora.
En contraste con otros productos visuales sobre skate que circulan en redes, virales y veloces, que se centran en la espectacularidad y usan la nostalgia como artimaña, Tabla y Tinta no busca complacer ninguna expectativa. Lo suyo no es la novedad ni el impacto, sino la voluntad. La decisión se toma a partir de voltear a ver a quienes no compiten ni monetizan su práctica.
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Y aunque en la ciudad existen spots míticos como el Parque Lázaro Cárdenas, la Glorieta de Insurgentes o el Monumento a la Revolución, este proyecto no se instala necesariamente ahí. Sino en la mente de quien alcanza a entender los motivos detrás de esta iniciativa.
Tabla y Tinta tampoco pretende hablar por todos. Se enfoca en lo que ve y en lo que alcanza a entender. Desde ahí, lanza preguntas. ¿Qué queda del skate cuando lo performático se ha ido? ¿Quiénes siguen patinando aún con el paso del tiempo? ¿Qué historias sostienen las ruedas gastadas?
Tabla y Tinta hace una apuesta pírrica, la de mirar sin buscar monetización. Aún más extraño, una victoria no reconocida.

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