La Última Reverencia al Príncipe
El afamado “Príncipe de las Tinieblas” es considerado tan esencial para la música como Robert Plant con Led Zeppelin, Roger Waters en Pink Floyd o Jim Morrison con The Doors.

Black Sabbath / Gus Stewart
Le apodaron como “El Príncipe de las Tinieblas” y por años fue asociado como una de las voces canónicas del heavy metal. También fue reconocido como el desequilibrado hombre de familia, cuyo apellido daba nombre a un peculiar reality show, o el personaje que, en sus excesos, arrancó la cabeza a un murciélago mientras estaba en el escenario porque pensó que era un juguete de goma… y también el hombre que entendió que debía dejar de consumir ácidos después de pasar una hora hablando con un caballo —el cual, presuntamente, le dijo: “¡Vete al carajo!”—. Entre muchas historias, leyendas urbanas y mucha música estridente entonada por su inigualable voz, no hay palabras correctas que puedan poner en dimensión justa lo que significó la figura de John Michael Osbourne en la historia de la música. Después de una batalla contra el enfisema pulmonar, el Parkinson y numerosas operaciones en la columna —mismas razones que le hicieron pasar su concierto de despedida sentado en un trono—, Ozzy murió a los 76 años, este 22 de julio.
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“Acompañado por su familia y rodeado de amor”, es como la cuenta oficial del músico originario de Warwickshire dio a conocer la trascendencia de Osbourne. Numerosos artistas, publicaciones, pero sobre todo los fanáticos, han manifestado la tristeza por enterarse de la noticia que sacudió al universo musical. Es cierto que el legado de Ozzy es “sagrado” en la discografía de cualquier “metalhead” —sobre todo por su faceta como vocalista de Black Sabbath, aunque también con el debido respeto a su trabajo como solista—, pero la relevancia de esta figura en la cultura pop rebasa las barreras de los géneros musicales.
Tuvo colaboraciones musicales con otros iconos del género como Mötorhead en “I Ain’t No Nice Guy” (1992), Slash en “Crucify the Dead” (2010) o hasta un par de ocasiones con Alice Cooper en “Hey Stoopid” (1991) y “Wake the Dead” (2008); así como con otras leyendas de alto calibre como Rick Wakeman en “Buried Alive” (1999), Elton John en “Ordinary Man” (2020) o el ex Beatle Ringo Starr en “Vertical Man” (1998), sin olvidar las que parecían completamente ajenas a su estilo, al compartir créditos con nombres de otra reputación como el bluesero Gary Moore; figuras del hip hop como Busta Rhymes, Post Malone, Travis Scott o el legendario Wu-Tang Clan; y la célebre Miss Piggy —sí, la de los Muppets de Jim Henson—. También colegas de tiempos más recientes como Rob Zombie, Therapy, o Coal Chamber tuvieron la oportunidad de colaborar con una de las más emblemáticas voces que la música conoció desde finales de los años sesenta. Una lista de nombres sui géneris, sí… pero una que explica el amplísimo espectro en el que se podía encontrar la “oscura presencia” del carismático cantante de rock duro. Era un hombre demasiado querido y cuya grandeza era reconocida, pero cuyos momentos de exceso y oscuridad marcaron un rompimiento en la trayectoria de un grupo cuyo legado se tuvo que partir en la era con y sin él.
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Desde el inicio de su discografía en 1970, la alineación original registró ocho producciones de estudio que les dieron una reputación como uno de los integrantes de la “Unholy Trinity” (La Trinidad No Santa) del heavy metal británico, junto a Deep Purple y Led Zeppelin. No es un misterio que la década de los setenta estaba caracterizada por un consumo fuerte de drogas que, para muchas agrupaciones o artistas, trajo el final de sus días; pero en el caso de Black Sabbath provocó otro tipo de daño. Ozzy Osbourne abusó del alcohol y estupefacientes al punto de faltar a los ensayos con la banda en repetidas ocasiones. A la par, se creó una tensión particular en la que Osbourne no estaba de acuerdo con la dirección musical que pretendían preservar Tommy Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, mientras él (Ozzy) quería intentar otros estilos. Sin embargo, los desaires que se llevaban los músicos por la informalidad, el estado inconveniente y la falta de compromiso por parte del vocalista provocaron que el grupo despidiera a la voz que dio a conocer al grupo desde sus inicios hasta entonces. Mientras que el trío se reinventó con la voz de Ronnie James Dio, Ozzy optó por empezar una trayectoria solista. Ambas partes tuvieron aciertos y momentos poco afortunados… pero nunca igualaron el éxito de la época en la que trabajaron juntos. Después de esa separación, el legendario grupo contó con ocho voces diferentes más en su historia, además del mencionado Dio: Dave Walker, Ian Gillan, Glenn Hughes, Tony Martin, Rob Halford (Judas Priest), Ray Gillen, Ron Keel y David Donato. Ninguna tan emblemática o tan venerada como la de Ozzy Osbourne.
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Para dimensionar la relevancia del afamado “Príncipe de las Tinieblas”, su nombre se puede considerar tan esencial para la música como Robert Plant con Led Zeppelin, Roger Waters en Pink Floyd o Jim Morrison con The Doors, solo por mencionar algunos nombres importantes. Ozzy fue una figura clave en un género al que dotó de identidad, que se abanderó con su legado y que dio forma a un estilo de vida que arropó tanto a personas inadaptadas, inconformes, cargadas de energía o humanos tan diferentes que encontraron libertad de expresión, redención y capacidad de ser quienes son en las notas que ilustró con su voz. Su despedida de los escenarios marcó también el final de su existencia, pero se despidió con la categoría que la realeza del metal mereció.
Fue justo el 5 de julio pasado cuando Ozzy, Tommy, Geezer y Bill se presentaron por última vez en un show de magnitud épica y con ecos en exponentes del género de diferentes épocas. Una suerte de festival que vio tocar a los siguientes grupos:
- Mastodon
- Rival Sons
- Anthrax
- Halestorm
- Lamb of God
- Tom Morello All-Stars, con Nuno Bettencourt, Mike Bordin, David Ellefson, Lizzy Hale, Jake E. Lee y Adam Wakeman.
- Jack Black
- Alice in Chains
- Gojira
- Un acto de batería con Travis Barker de Blink 182, Carey y Chad Smith de Red Hot Chili Peppers.
- Una segunda presentación de los Tom Morello All-Stars, pero con presencia de Billy Corgan, K.K. Downing, Adam Jones, Rudy Sarzo, Sammy Hagar, Vernon Reid (Living Colour), Papa V Perpetua, Steven Tyler, Andrew Watt y Ronnie Wood.
- Pantera
- Tool
- Slayer
- Fred Durst con Telalit Charsky y Mike Waldron
- Guns N’ Roses
- Metallica
- Ozzy Osbourne con Tommy Clufetos, Mike Inez, Adam Wakeman y Zakk Wylde
Y como cierre… el cuarteto original de Black Sabbath.
El evento fue nombrado “Back to the Beginning” y en este, así todos los actos tocaron entre 3 y 6 canciones; pero cuyo ingrediente especial era tocar una de las canciones del repertorio del conjunto de Birmingham. La “crema y nata” de la escena del heavy metal se unió para honrar el legado de uno de los grupos más importantes que vio el género y que, sin saberlo, sería la despedida triunfal de la voz que parecía dar la “Bienvenida a la Antesala del Infierno”. Un concierto que compartió los titulares con el regreso de Oasis a los escenarios, pero cuyos reflectores iluminaron a una comunidad más selectiva; una que se mantiene fiel al legado de sus exponentes y que hoy despide a su “Príncipe”, con los honores y tributo que su legado de más de cinco décadas supo forjar.
Descanse en poder, Ozzy Osbourne (1948 – 2025).

Ozzy Osbourne, Former Lead Singer Of Black Sabbath, In His Hot Tub In The garden Of His Luxury Home In Beverly Hills, California.April 1982. / eddie sanderson