La gentrificación imparable en CDMX: Airbnb crece, los tribunales deliran, y nadie sabe aún hasta dónde llegará la furia de los locales
Mientras Airbnb se expande sin que nadie la frene en CDMX; la ley entorpece, y no hay señales que animen a pensar que algo puede mejorar.

Turistas extranjeros cdmx
En la Ciudad de México, la gentrificación se ha alejado de un tema de revista. Ha dejado también de intimidar a los turistas. El fenómeno se mide en contratos de arrendamiento que desaparecen en un pestañeo. Mudanzas silenciosas y edificios convertidos en hoteles. De acuerdo con la Gaceta Oficial del Congreso de la CDMX, a abril de 2025, el mercado de la hotelería viene disfrazado de departamento. Un concepto simpático pero no menos siniestro.
Roma, Condesa, Juárez. Las coordenadas donde se encuentra este incendio arrendatario. Folletos de rentas temporales se cruzan con un padrón de anfitriones que debía existir desde abril, y hasta ahora no ha dejado de ser sino un convulso trámite que las autoridades no han logrado ordenar.
Lo anterior, según datos de la misma Secretaría de Turismo de la Ciudad en este mismo año. La vida es un supermercado, el mercantilismo rampante de los inmuebles. Visitantes, y omitamos de una buena vez las nacionalidades, y dejémoslas para después, entran y salen con desparpajada voluntad, sin tocar puerta, ni pedir permiso.
La reforma que le hizo al cuento de que estaba por poner un alto
El 3 de octubre de 2024, el Congreso de la Ciudad de México aprobó una reforma que sonó a cambio de fondo, modificaciones a la Ley de Turismo, la Ley de Vivienda y la Ley de Reconstrucción Integral.
Esto es lo que proponía, de acuerdo con registros oficiales:
- Crear un padrón obligatorio de anfitriones y plataformas, con reportes semestrales sobre estancias, precios y quejas.
- Poner un tope de 180 noches al año por vivienda; es decir, no más de seis meses rentados. Si se excede, el registro se cancela durante un año completo.
- Prohibir la renta turística en viviendas sociales y en los departamentos reconstruidos tras el sismo de 2017.
A inicios del 2025, Temístocles Villanueva Ramo, presidente de la Comisión de Turismo en el Congreso, vendió la idea de una “regulación equilibrada”. Llegó octubre y para abril de 2025 se vislumbraba que esta idea genial debería estar ya funcionando. Pero llegó julio, y nada de nada.
El padrón fantasma
De acuerdo con la Secretaría de Turismo capitalina, el padrón digital tendría que haberse habilitado hace tres meses. No existe. Ni portal web ni ventanilla ni lista oficial. Lo que sí hay son más de 26 mil espacios activos en Airbnb, la mitad de ellos concentrados en la alcaldía Cuauhtémoc: Roma, Condesa y Juárez.
Hablemos de las rentas. Un departamento en la colonia Roma anda por ahí de los 25 mil pesos. Las rentas a largo plazo, pues, serán una cosa imposible. Aquellos vecinos que han sobrevivido por más de dos generaciones han comenzado a irse, sin hacer ningún tipo de ruido, ¿para qué? Postraron las armas, eso, se rindieron. Y nada de malo tiene rendirse cuando todo lo demás te ha superado.
En literatura, la ironía es un artefacto que destruye la realidad, dice Enrique Vila-Matas. Puede que también en la vida real. La ley se aprobó para contener la renuncia de las generaciones y así evitar la derrota de los viejos, pero en nueve meses nada ha parado y nada parece indicar que algo vaya a mejorar.
Los mañosos amparos
Airbnb cruzó los brazos y se quedó a esperar, oteando el paisaje de desorden y el incendio. En enero, la plataforma y varios anfitriones de gran escala empezaron a litigar. Argumentaron que las restricciones violan los derechos de la propiedad, discriminan (ja) frente a los hoteles y que todo aquello fue aprobado sin una consulta pública (ja,ja).
Hasta julio, más de 200 amparos y suspensiones provisionales bloquean el curso de la correcta aplicación de la reforma. Entre los argumentos se dice que el 80% de los anfitriones tienen una sola propiedad y el 78% no dependen de esos ingresos. Trampas, grotescos camuflajes.
En otras palabras, la suspensión por amparo bloquea el límite de las 180 noches y congela los efectos de la reforma. La ley es un cascarón inservible. No está derogada, pero no funciona.
El escaparate
Un paseo por la Roma Norte. Cualquier día es bueno para detenerse y mirarlo. No se necesita ser un lince para notarlo. Buzones llenos de llaves de Airbnb, turistas y maletas. Madrugadas, momentos clave para la intrusión en un ecosistema que no les corresponde. La llegada y la huída.
Letreros en inglés. No hay la intención de aprender el idioma del lugar que habitan. En la Roma hay un Airbnb por cada diez viviendas desde 2018. En la Condesa, casi el 8% de la oferta habitacional es temporal. Y el mercado crece y crece: en el último año subió 13.6% y amenaza con destrozar cualquier intento de contención.
El 4 de julio de 2025, un grupo de vecinos se hartó y salió a protestar en la colonia Roma y la Juárez. Exigieron que el padrón entre en vigor y que se ponga fin a lo que llaman “colonización digital”. La protesta terminó con pintas y confrontaciones con turistas. La presidenta Claudia Sheinbaum los tachó de xenófobos. Pero en la misma declaración reconoció que el mercado de las rentas cortas sí desplaza a los residentes históricos.
¿Qué demonios es el “turismo de evento” y por qué ha servido para apaciguar a las masas?
Mientras la regulación se mantiene congelada, la ciudad se prepara para la Fórmula 1 en octubre y la Copa Mundial en 2026. Dos eventos que van a disparar todavía más las tarifas de Airbnb.
Acaso un escenario cómodo para la plataforma. La ley existe, pero no hay padrón, no hay inspecciones, no hay sanciones.
¿Y ahora qué?
La Ciudad de México presumió tener la reforma más ambiciosa de su historia reciente para frenar la gentrificación digital (Congreso de la Ciudad de México, 2025). Nueve meses después, esa misma ley se volvió un ornamento legal que nadie aplica.
Mientras tanto, la gentrificación avanza, silenciosa; como los carcinomas, hacen su trabajo, lento y callado. Los amparos siguen pendientes en tribunales. Y cada semana que pasa sin aplicar las reglas es otra semana en que el mercado de las rentas turísticas se consolida.
Así, entre expedientes judiciales y discursos de prensa, Roma y Condesa siguen transformándose en cápsulas de Google Translate con rentas de treinta mil al mes.
Airbnb crece como la mala hierba, los tribunales deliran, y el alcance de la furia de los locales aún es desconocido.

Scoop of a digging machine resting on a heap of building rubble, including concrete and steel mesh, beside a road / Simon McGill