El México Talibán | Días Extraños
Casi una cuarta parte de las casadas sufre violencia sexual. Decenas de miles desaparecidas. Eso nos dice la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (INEGI, 2021)

Afghan women sitting on a cart in Kabul / Per-Anders Pettersson
Hay hombres que se niegan a mirar su propia sombra. Creen que todo retroceso ocurre lejos. Kilómetros. Un idioma gutural. El sol como luz única. La brutalidad extrema bajo turbantes. ¿Mandatos religiosos?
¿Modernidad? Orden brutal y arcaico como cualquier sueño tribal. Un orden que no ocupa leyes oficiales. Que se alimenta de silencios, amenazas disfrazadas. Cariño, violencia cotidiana.
El mexicano mira con desprecio al talibán que prohíbe la música. Cree que él está en otro siglo; los años luz ya no son una visión sino tangible material de desecho. Que la golpiza se encuentra lejos, muy lejos. Aunque las cifras estallen en la cara. En 2023, más de tres mil cuatrocientas mujeres fueron asesinadas en México. Casi mil de esos crímenes son reconocidos como feminicidios. Diez muertes violentas cada día. México, miles de burkas anónimas.
En Afganistán, el talibán expulsa.
En el México Talibán no se ocupan decretos. Ese dato que respira: siete de cada diez mujeres han sufrido violencia. Casi una cuarta parte de las casadas sufre violencia sexual. Decenas de miles desaparecidas. Eso nos dice la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (INEGI, 2021)
No es religión ni guerra. Cultura enferma.
Poliamor, menuda cosa. Hombre mexicano se rompe. Es que la retórica pierde presencia, el relato se desmorona. Donde antes ocupaba el amor dirigido, ahora la mujer puede amar sin mirar a quién.
Herejía, poligamia, privilegio exclusivo del hombre. Una, dos, que tres familias era pecado leve para él. El poliamor le quita ese disfraz y lo deja desnudo.
El patriarcado mexicano y el talibán coinciden en esto: la mujer que elige es un peligro. Y ambos, grandes entre los suyos reaccionan igual, con violencia y desprecio.
La violencia feminicida aquí es estructural, con una legitimidad social que ampara al agresor. No es arrebato. Es sistema.
En Afganistán, las mujeres que reclaman trabajo o educación son traidoras de la fe. Aquí, las que se rebelan son todo aquello prohibido.
El México Talibán y las burkas y los fusiles. El miedo.
Muchos se llaman deconstruidos. Pero tiemblan cuando ella dice que ama a otros. Yo he amado, y temo de que quien me ama acaso pueda ver a otro.
México Talibán palpita. Voz baja. Calculo mi poder, animal herido. ¿Quién viene a desafiarlo?