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  • 29 JUN 2025, Actualizado 09:19

Los Nombres Más Extraños de Casas y Mansiones de Famosos en México que Nadie Olvida

En México hay casas tan grandes que imponen respeto, pero sus nombres son los que de verdad noquean: suenan a presagio, leyenda o burla, y cada uno es un recordatorio de que las paredes también saben guardar secretos.

Casa Fortaleza del Indio Fernández

Casa Fortaleza del Indio Fernández

En México, las casas no son solo bloques de concreto y puertas pesadas. Son criaturas con personalidad, con apodos que perforan la rutina y plantan un misterio en la mente. No se trata de residencias de catálogo ni de “Villas del Sol” repetidas hasta el cansancio. Estas son propiedades con nombres tan raros, tan cargados de historia o leyenda, que bastan unas sílabas para sembrar la intriga.

Algunos nacieron de caprichos, otros de desgracias, otros de la costumbre de nombrar a todo lo que provoca. Hay fincas que suenan a presagio y mansiones que se bautizaron como elegantes burlas. Lo cierto es que detrás de cada nombre yace una historia que no cabe en un vulgar anuncio inmobiliario.

Aquí se recopilan los ejemplos más notables de esa costumbre tan mexicana de bautizar paredes con palabras que son un zarpazo de curiosidad:

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La Casa de las Brujas

En la Colonia Roma, la torre triangular parece el gorro de una hechicera petrificada. De día, luce como postal. De noche, se convierte en un edificio que observa. No faltan vecinos que aseguran sentir su presencia aunque no sepan explicarla.

El Palacio de las Vacas

Guadalajara guarda este palacete que nació aristocrático y terminó como lechería. Sus antiguos dueños criaban vacas en el patio principal. El apodo quedó marcado en piedra, prueba de que el lujo y lo insólito pueden mezclarse sin miramientos.

La Casa de los Lamentos

En Guanajuato, cada pasillo lleva un eco de tragedia. Durante años se tejieron relatos de asesinatos y ritos oscuros. El nombre no es una exageración: quienes entran aseguran escuchar voces que no provienen de este siglo.

La Casa de los Perros

Dos esculturas de cantera custodian la fachada, siempre alertas. Cuentan que, cuando la ciudad duerme, esos perros se animan a ladrar. Quizá sea solo la imaginación colectiva. Quizá no.

La Redonda

Una finca de Cuernavaca donde Diego Rivera reunió xoloitzcuintles, lienzos y excentricidades. El vecindario la apodó “la casa de los perros pelones”. Aunque el artista ya no está, el nombre sigue en pie, como un susurro que no envejece.

Villa Florinda

La mansión de Chespirito en Cancún lleva un nombre casi de cuento. Sin embargo, el lugar era cualquier cosa menos simple: un puerto privado, estancias colosales y un aire de imperio discreto.

La Choza Soleada

El refugio en la bahía de Acapulco de Luis Miguel. El apodo suena ingenuo, pero en su momento fue epicentro de excesos y secretos. Hoy conserva la atmósfera de lujo clausurado.

La Casa del Indio Fernández

Emilio “El Indio” Fernández levantó este fuerte de piedra volcánica en Coyoacán. Por dentro, un arsenal de antigüedades y leyendas. Muchos la llaman “casa-fortaleza”. Nadie se atreve a desmentirlos.

La Casa Blanca

La residencia que desató un terremoto mediático. Su nombre es tan directo que se volvió carga política. Bastó esa simple etiqueta para convertirla en sinónimo de escándalo.

Lo que hay detrás de un nombre

En México, un nombre puede ser advertencia, broma o amenaza velada. Las casas que lo llevan no se conforman con ser grandes. Necesitan un bautizo que las haga inolvidables. Y aunque el tiempo pase, esos nombres persisten, como una huella que nadie logra borrar del todo.

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