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  • 06 MAY 2025, Actualizado 23:23

México y Canadá: la fantasía intervencionista de Trump, ¿qué tan real es la posibilidad de una invasión?

A reserva de machacar la relación a golpe de aranceles, la amenaza de una intervención en ambos países sigue viva.

President Donald J. Trump

President Donald J. Trump / The Washington Post

Desde su regreso al poder en enero de este año, las declaraciones del presidente Donald Trump no han hecho sino crispar aún más los ánimos entre los dos países vecinos y principales aliados comerciales de Estados Unidos. A México y Canadá los maltrata con todo tipo de intimidaciones. A reserva de machacar la relación a golpe de aranceles, la amenaza de una intervención en ambos países sigue viva. Lo peor de todo: hay momentos en que la tensión se dispara y una invasión, aunque parezca imposible, deja de parecer  descabellada.

A cada país le atiza donde más le duele, y la actitud socarrona de superioridad nacional que históricamente ha definido a Estados Unidos se deja ver con claridad en las declaraciones de su presidente. Todavía no se han tomado acciones concretas, pero la relación diplomática es tensa. Los especialistas han interpretado las insinuaciones de Trump como golpes de presión política que lastiman las relaciones bilaterales y amenazan la estabilidad regional.

Una invasión directa de Estados Unidos a México o Canadá es poco probable, aunque las declaraciones del presidente estadounidense parezcan sugerir lo contrario. Sin embargo, esto no es algo nuevo ni exclusivo de Trump. En varias ocasiones, algunos sectores de la política estadounidense han planteado el uso de la fuerza militar para combatir a los cárteles mexicanos, alegando una “amenaza a la seguridad nacional”. En 2023 y 2024, legisladores republicanos propusieron catalogar a los criminales mexicanos como “terroristas”, lo que abriría la puerta legal para operaciones militares en México.

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Con Canadá el tono es más amable al no sugerir operaciones militares en su territorio. Pero no menos humillante. Trump bromea y seduce, según él, a una población canadiense que para nada desea anexarse a Estados Unidos. Una encuesta reciente muestra que solo el 9% de los canadienses aprueban la idea de unirse a su vecino del sur como el estado número 51. El resto se opone rotundamente. Además, antes de que Mark Carney asumiera como primer ministro canadiense de corte liberal, se registró un cambio drástico en la ideología de la población; después de que Trump avergonzara al mundo con sus estridentes declaraciones, en Canadá rechazaron de inmediato la posibilidad de un primer ministro conservador.

¿QUÉ TAN REAL ES LA POSIBILIDAD DE UNA INVASIÓN EN MÉXICO?

La Constitución mexicana prohíbe las operaciones militares extranjeras. De pisar territorio nacional, el país invasor estaría declarando un acto de guerra, trayendo consigo consecuencias económicas y diplomáticas potencialmente graves. Hasta ahora parece ser que el diálogo ha dado resultado, pero con un presidente como Donald Trump las cosas pueden cambiar de un momento a otro.

Mexico City, Mexico / John Coletti

¿CUÁL ES LA SITUACIÓN ACTUAL CON CANADÁ?

En la primera reunión entre Carney y Trump en la Casa Blanca, el estadounidense volvió a insinuar la posibilidad de que Canadá se convierta en el estado número 51 de Estados Unidos. De acuerdo con el periódico El País, el tema se abordó con “refinamiento exquisito”; es decir, sin gritos ni insultos. Pero sabemos que Trump no suele tener consideraciones con sus homólogos: si su estrategia es humillarlos, lo hará sin reservas, tal como lo hizo con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski durante las negociaciones para poner fin a la guerra.

Con Carney no fue abiertamente grosero, pero sí se burló de él. “Nunca digas nunca”, respondió Trump cuando el canadiense intentó defender la dignidad nacional asegurando que su país nunca estaría en venta.

DATOS DUROS A CONSIDERAR; UNA INVASIÓN NO ES ASUNTO SENCILLO

México es el principal socio comercial de Estados Unidos. Tan solo en 2023, hubo transacciones por más de 850 mil millones de dólares. Aquel fue un año clave, porque el comercio mexicano supero al chino y al canadiense. Autos, autopartes, tecnología, maquinaria y alimentos, fueron algunos de los bienes que se importaron y exportaron entre ambos países.

De acuerdo con especialistas, una intervención militar en México pondría en riesgo el volumen comercial antes mencionado. Las empresas estadounidenses perderían miles de millones de dólares si se interrumpiera el trabajo en las fábricas, cosa que suele suceder en tiempos de guerra. Sin mencionar que los puertos y las rutas de transporte que cruzan la frontera quedarían suspendidas indefinidamente.

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EL FINAL DEL T-MEC Y EL COLAPSO DE LAS CADENAS DE SUMINISTRO

El propósito del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá es proteger el libre comercio, las inversiones y la cooperación económica. Si se desata una guerra, no solo desaparecerían las relaciones diplomáticas, caerían demandas internacionales y sanciones económicas para Estados Unidos.

En Norteamérica, la industria no tiene fronteras: lo que se arma en México se termina en EE.UU., y lo que se diseña en el norte se ensambla en el sur. Romper esa cadena con una guerra sería como tirar un dominó que arrastra todo: desde autos hasta insumos médicos quedarían atrapados en el caos.

USMCA North America Trade / wildpixel

LOS ESTADOUNIDENSES NO QUIEREN UNA INTERVENCIÓN EN MÉXICO

La idea de una intervención militar en México o Canadá no prende en la sociedad estadounidense. Apenas una minoría lo ve con buenos ojos. Y no es casualidad: después de años de guerras sin final claro en Medio Oriente, el ciudadano promedio está cansado de conflictos ajenos que cuestan vidas y millones. Además, tocar a México o Canadá no es como invadir un país lejano: sería abrir fuego contra socios, vecinos y hasta familiares. Hay millones de latinos y canadienses viviendo en EE.UU., lo que convierte cualquier acción armada en un problema doméstico también. A esto se suma el miedo a que una chispa de guerra dispare olas migratorias, represalias violentas o ataques internos. Y como si no bastara, hay gigantes empresariales que no permitirían que sus negocios se incendien por un capricho geopolítico. Incluso en las entrañas del poder —el Pentágono, el Congreso—, muchos prefieren jugar el juego del dinero, la diplomacia y la presión silenciosa, antes que desatar un desastre fronterizo.

¿Y CANADÁ?

Canadá no solo es un vecino amable con buen clima fiscal; es, de hecho, la principal gasolinera de Estados Unidos. Le surte petróleo crudo, gas natural y hasta electricidad en ciertas zonas fronterizas. En 2023, más de la mitad del crudo que cruzó hacia el norte venía directo de suelo canadiense. Si Washington rompe relaciones o se mete en líos con Ottawa, no solo se echa encima a un aliado estratégico: también se arriesga a quedarse sin energía barata, constante y confiable. En plena era de incertidumbre energética global, eso no es un lujo que EE.UU. se pueda permitir.

DEMAGOGIA POR ENCIMA DE LA REALIDAD

Hablar de intervención suena rudo, patriótico o hasta heroico en campaña, pero en la vida real es como patear un avispero económico, social y diplomático. Ni México ni Canadá son amenazas militares; son pilares de la región. Tocarlos con fuego sería desatar un efecto dominó que golpearía a millones de personas a ambos lados de la frontera, rompería tratados, frenaría industrias y agrietaría la estabilidad continental. En la práctica, más que una opción, una invasión es un suicidio geopolítico. Y lo saben.

Mexico City, Mexico / John Coletti

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