Migración y justicia social: los pilares de la última visita del Papa Francisco a México

Ocurrió el viernes 12 de febrero de 2016. En el Hangar Presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México lo esperaban el presidente Enrique Peña Nieto, su entonces esposa Angélica Rivera, el nuncio apostólico en México, Cristoph Pierre, y el arzobispo anfitrión, Norberto Rivera.

El Papa Francisco llegó a México proveniente de La Habana, Cuba alrededor de las 19:15 horas. Su visita había sido planeada dos años antes, cuando el Presidente Peña lo visitó en el Vaticano. Durante ese encuentro, le entregó una Virgen de Guadalupe y una camiseta de la Selección Mexicana de Futbol, en reconocimiento a su afición por ese deporte. También aprovechó la ocasión para invitarlo a México. El Papa aceptó de inmediato, pero fue hasta un año después, en 2015, cuando oficializó su visita durante una misa en la Basílica De San Pedro.

Francisco llegó a un país sumido en una profunda crisis. Faltaban dos años para el fin de la administración del presidente, y su visita representó un respiro en medio de un torbellino político por los casos de corrupción, violencia y el caso Ayotzinapa. Los más de 90 millones de feligreses católicos en México recibieron con beneplácito este gesto del mandatario mexicano, y recibieron al pontífice en cinco ciudades diferentes.

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El protocolo de la visita papal indicaba que Francisco debía dirigirse a la sede de la Nunciatura Apostólica, en la alcaldía Benito Juárez. En el trayecto de 20 kilómetros, aproximadamente 300 mil personas salieron a las calles de la ciudad de México para verle pasar en el papamóvil, según estiman cifras de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina.

El día siguiente, el Papa Francisco fue recibido en Palacio Nacional, un hecho histórico en los más de 24 años de relación diplomática con el jefe del Estado Vaticano, ya que ningún otro pontífice había visitado antes este recinto, símbolo político del país. Así, el sábado 13 de Febrero, alrededor de las 12:30 horas, el presidente Peña Nieto lo recibió en su carácter de Jefe de Estado.

Miguel Ángel Mancera, entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, aprovechó la ocasión para seguir el protocolo y entregarle al Papa Francisco las llaves de la ciudad a las faldas de la Catedral Metropolitana, junto a Palacio Nacional. Horas más tarde, el pontífice ofició misa en la Basílica de Guadalupe.

El 14 de febrero, Francisco visitó Ecatepec, Estado de México, donde ofició una misa ante más de 400 mil personas, según autoridades locales. Al día siguiente, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, celebró otra misa dedicada a los pueblos indigenas. Durante la ceremonia, pidió perdón por el trato injusto que la Iglesia Católica les dio en el pasado.

VISITA A MORELIA Y EL CONTROVERSIAL ‘NO SEAS EGOISTA’

Un día después se trasladó a Michoacán. Durante un encuentro público en el Estadio Morelia, ocurrió un incidente que se volvería viral. Un asistente se acercó al Papa de manera descontrolada, provocando que Francisco le respondiera: “No seas egoísta, hijo”. La expresión generó controversia y un intenso debate en la opinión pública.

Finalmente, el 17 de febrero fue el último día de la visita del Papa Francisco en México, en donde se trasladó a Ciudad Juárez, Chihuahua. Allí celebró una misma más a las 16:00 horas en “El Punto”, a unos cuantos metros de la frontera con Estados Unidos, siendo la primera misa binacional ofrecida por un Papa.

MÉXICO Y SU RELACIÓN CON EL JEFE DEL ESTADO VATICANO

México ha recibido la visita papal en siete ocasiones, cinco con Juan Pablo II en 1979, 1990, 1993, 1999 y 2002; una con Benedicto XVI en 2012, y la más reciente de Francisco en 2016.

Las visitas oficiales del Papa a un país representan una actividad pastoral, pero también una visita diplomática e interreligiosa, la cual busca acercar la figura del Santo Padre con las comunidades católicas locales, al tiempo que promueven valores universales como la paz y la justicia.

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