Migrantes se refugian en la Plaza de la Soledad en CDMX
Extranjeros de países como Venezuela, Guatemala, Honduras, Colombia y África viven entre madera, cartones, plásticos, tiendas campaña y basureros
En un principio, la iglesia de Santa Cruz y Soledad, en la Ciudad de México, era un albergue para atender a cerca de 100 migrantes, pero ahora esta parroquia quedó rebasada, debido a que cada vez llegan más extranjeros de diversos países como Venezuela, Guatemala, Honduras, Colombia y África.
La Plaza de la Soledad se convirtió en el refugio para cientos de migrantes. Muchos de ellos ya trabajan en establecimientos como bodegas de ropa o de frutas en la merced, y que pese a las declaraciones y acciones del presidente Donald Trump, esperan recibir asilo en Estados Unidos.
Las familias conviven todos los días entre madera, cartones, plásticos, tiendas campaña y basureros.
Mientras que otros migrantes fuman marihuana y piden dinero a los compradores que acuden a esta parte del centro de la ciudad.
Algunos lograron tener pequeños negocios de dulces, pan y café para sostenerse en lo que esperan recibir su cita en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) para regularizar su estancia en el país.
El alojamiento se ubica en medio de una alameda rodeada de basura en la que no hay agua potable ni sanitarios.
Los niños suelen jugar futbol entre la basura y las personas en condición de calle que duermen en la explanada.
Los días lunes, miércoles y viernes, el sacerdote ofrece desayunos a los extranjeros y cada 15 días regala comida y ropa que recibe de donaciones.
Hace tres meses, Mariana llegó a la Plaza de la Soledad. Huyó de su país porque extorsionadores amenazaron de muerte a su esposo si no pagaba el derecho de piso en una tienda que era de su propiedad.
Para subsistir, vende cigarros en el mercado de la Merced, en Tepito y en los ejes viales.
Alexander es otro de los habitantes de lugar, y después de dos años en la Ciudad de México vende paletas de hielo y piensa quedarse aquí.
En este albergue la mitad de los extranjeros vienen de África, y son a quienes se les ha complicado más la estancia por el idioma. Muchas de estas mujeres piden alimentos o dinero al no poder trabajar en los negocios cercanos.
La mayoría de Venezuela o Guatemala trabajan o venden alimentos en la zona para establecerse y que sus hijos acudan a una escuela.
Algunos comerciantes les dan trabajo a los migrantes, sin embargo, otros aseguran que las ventas han caído entre 40 y 50 por ciento en las inmediaciones de la Plaza de la Soledad, por la basura, falta de drenaje y todo tipo de desechos, e incluso robos a quienes se niegan a dar algunas monedas.